martes, diciembre 31, 2013

Hablando de clichés...


Si, lo dicho, es un cliché completo...pero hay que reconocerlo, lo predecible de la vida le impone cierto orden -sin exagerar-; así que aquí estoy, haciendo mi recuento quizá también un poco para compensar lo abandonado que he tenido a este blog a últimas fechas porque a veces eso de vivir se interpone con aquello de contar lo que uno vive. Quizá es que uno con el tiempo deja de evaluar los años por los sucesos, quizá es que algunos dejamos de contar los días por lo que compramos o por el dinero que ganamos y empezamos a juzgarlos por el aprendizaje de vida, por los compañeros de este viaje con boleto solo de ida, por los escalones que se suben o se bajan en la escalera de la conquista de la 'humanidad' a la que todo ser humano debería aspirar.

En ese sentido, creo que pocos años me han enriquecido tanto como este para comprender que las injusticias deben combatirse aunque no sean en contra tuya, aunque no sean en contra de los tuyos [como dijo el Ché alguna vez, esa es la cualidad más linda de un revolucionario]; que aunque haya personas que no entiendan tu lucha esta es válida si viene acompañada de ideales, de sueños, de deseos del bien común y completamente despreciable si se desprende del deseo mercenario de servirse a si mismo, de entregarse al mejor postor en aras de beneficio personal y a corto plazo, que diseccionando revoluciones y movimientos sociales siempre encontraremos los dos tipos de persona, que el verdadero reto está en no convertirse en parte del abismo mientras uno lo combate, en no convertirse en un tirano para derrocar a otro, en distinguir y respetar la delgada línea entre la lealtad y la complicidad.

Aprendí también que las luchas son más poderosas cuando llegan acompañadas del ejemplo y que nadie puede prestarle sus alas a otro hombre, que cada uno debe conquistar su propia libertad; que las cadenas mentales son más fuertes que las de acero y que aunque la vida es una constante resistencia no debe perderse la capacidad de asombro, la facilidad para encontrar lo bueno en los otros y la felicidad de las cosas simples.

Este año coincidí en este mundo con gente maravillosa con amor por las letras, el tejido, la música, la pintura, la fotografía, los otros -animales y personas-; gracias a mis amigos de La Prolectora (otro magnífico resultado de este año) tuve la oportunidad de leer acompañado, de estar en el Aleph (ese lugar donde puede verse todo, desde todos los puntos de vista) conocí mundos que no imaginé, autores, poesía, ensayos y descubrí que la literatura además de dar placer abre la conciencia a otras realidades o a la propia que muchas veces transitamos con ojos vendados y oídos tapados.

Que en la vida cargamos con un montón de cosas nocivas por tradición familiar, por aferrarse al pasado, por el orgullo, por el miedo al futuro o a mostrarnos débiles, por agradar a gente a la que ni siquiera importamos ni nos importa; que como aconseja -tácitamente- Jodorowsky en su Manual de Psicomagia, lo ideal es rescatar el sentido común y dejar de hacerse pendejo porque la magia está dentro, a veces en el corazón y otras en el cerebro.

Comprobé que así como las madres suelen recomendar la limpieza y el orden de las habitaciones para no extraviarnos ni perder de vista las cosas importantes, también es necesario hacer una profunda limpieza emocional; rascar las heridas si es preciso, revivirlas, sufrirlas para finalmente desprender el corazón de amores malpagados, de falsos amigos, de expectativas sobradas y de planes desahuciados para rescatar de entre todo, la dignidad y acaso la integridad para después hacer un inventario, no de las cosas que uno no tiene sino de las que si, porque ese inventario será el único que sirva para continuar con nuestro viaje, el maravilloso viaje de la vida.

Así que -al menos ahora librándome del cliché- no estoy aquí para desearles un excelente 2014, sino para decirles que este año que empieza mañana será -a pesar de las circunstancias- tan genial o tan jodido como ustedes hagan que sea.

Disfruta el viaje, haz que suceda...

domingo, octubre 13, 2013

Dios se está riendo de mí...

...porque le estoy contando mis planes.

Pero es un buen momento para cambiar mis hábitos, para mover mi vida. Es un buen momento para hacer que el café se convierta en placer y no en rutina, es un buen momento para empezar a disfrutar de los amaneceres, de cambiar de perspectivas.

Pero Dios se sigue riendo... =)

lunes, septiembre 30, 2013

La reforma educativa es urgente...





Urge una reforma educativa que establezca las garantías para que no se permita que se trate a los seres humanos como a bienes de producción; una reforma educativa que permita reconocer las diferencias y sobre todo la posibilidad de la autorrealización. Actualmente la educación fomenta el silencio, la obediencia ciega; permite que el ser humano se convierta en un esclavo de la productividad, nunca de la sensibilidad, en un frío índice, en una cifra que revisar por la OCDE que pretende convertirnos a todos (los que no nacimos en superpotencias) en esclavos de las grandes empresas trasnacionales.


Urge una reforma educativa que privilegie la colaboración, los valores, la integridad familiar; urge una reforma educativa que vigile los contenidos mediáticos que influyen directamente en el individuo en formación, una reforma que obligue a voltear a ver a quienes han sido invisibles para muchas generaciones (los grupos vulnerables como los indígenas, niños, personas en situación de calle, mujeres, adultos mayores, etc.), una reforma educativa que nos haga concientes de nuestro valor como país y que nos dé las armas (ideológicas e intelectuales) para defendernos ante la voracidad del mundo actual.


Sacando cuentas, la instrucción escolar es, en la actualidad, un catalizador que retarda la acción de los individuos, tanto para buscar el bien propio como el bien común. ¿No me crees? Basta un vistazo rápido a la instrucción escolar en México para establecer un parámetro: se necesitan - más o menos – ¡veinte años! Para obtener un título profesional, mas algunos otros de trámite, para acceder directamente -y sin escalas- al desempleo o al subempleo (lo que en muchos casos es más grave porque limita la exploración de mejores posibilidades en pos de la inmediatez, de la supervivencia); posteriormente, una vez que hemos alcanzado la seguridad social, si eres uno de los afortunados en lograrla, podrás considerar un éxito si alcanzas el derecho a la vivienda para endeudarte –mas o menos- ¡otros veinte años!


La educación en México, como en otros muchos lugares de América Latina, provee graves problemas en lugar de soluciones, nos prepara para una vida de esclavitud moderna, para ser mano de obra barata de las potencias económicas mundiales. Por ejemplo, en México, se habla ampliamente de la investigación científica pero hay muy poco presupuesto para la investigación, para el patentamiento y para  el desarrollo de tecnología; entre los países de la OCDE, México es el país que menos invierte en este rubro y sobraría decir porqué (somos, ante potencias como China, Estados Unidos, Reino Unido, Israel, Japón, etc. los parientes pobres, los indeseables pero necesarios). Sin la posibilidad de generar tecnología y conocimiento, pero con toda la disponibilidad de consumirlo viniendo del extranjero, la educación pública produce alumnos que terminan siendo empleados con nulos derechos laborales de algún Oxxo, Bama, Chedrahui, Sams Club, Waltmart y con seguridad de DragonMart cuando esté ya construido.

En otro ejemplo paralelo, se habla ampliamente de la cultura, de la conservación de nuestro patrimonio tangible e intangible pero se recorta mortalmente el presupuesto para la cultura y las artes al inicio de este sexenio y se pretende otro recorte de magnitudes retrógradas en este sentido. Nuevamente, el discurso de la escuela y el de la realidad se contraponen.


La globalización es el pretexto perfecto para torcer los objetivos de la educación en México, dejamos de atender los problemas más arraigados y profundos de nuestra sociedad (el hambre, la discriminación, el poco o nulo desarrollo social de muchas comunidades, la dependencia alimentaria, la falta de tecnología para el uso sustentable de nuestros recursos naturales, etc) en aras de tener las competencias que exige el mundo globalizado, o mejor dicho, las competencias que exigen las pocas empresas que concentran el capital de este mundo globalizado.


Así, la educación se convierte en un paliativo, en un fin en si mismo y no en un medio para alcanzar el bienestar que bajo las condiciones económicas actuales jamás llega porque el sistema se ha preocupado por “formar”, aunque es mejor decir adoctrinar a jóvenes adultos que aceptarán cualquier oferta de trabajo con la esperanza de sobrevivir. 


Es cierto, desde hace unos años, la educación superior maneja el mensaje del autoempleo, de la generación de empresas frente a la opción de ser asalariado o estar bajo la protección del presupuesto; pero también es cierto que el sistema no privilegia la originalidad necesaria para el emprendimiento sino la homogeneidad (Las mismas competencias para todos, sin importar las diferencias) y tampoco promueve la formación de individuos capaces de generar capital a partir de las ideas (único bien –aunque intangible- del estudiante de nivel superior). Peor aún, el discurso del autoempleo que se maneja en las escuelas, se convierte en una contradicción tan pronto se confronta contra las políticas públicas que en lugar de fomentar, castigan a los emprendimientos. Por ejemplo, hoy Pepe y Toño no estarían tan contentos de saber que de aprobarse la reforma fiscal, que busca la desaparición de los estímulos fiscales de que gozaban las MPYMES, ya no existen las posibilidades de emprender un nuevo negocio.


Hoy, más que nunca, es un error pensar que el acceso a la educa ción superior es sinónimo de bienestar. Por eso es urgente una Reforma Educativa, pero una verdadera reforma educativa (no solo laboral) que busque como fin el bienestar social y no solo la desaparición de poderes fácticos, una reforma educativa que tenga por objetivo la alineación del discurso de la escuela con las condiciones de la realidad (o mejor aún, viceversa), una serie de vínculos completamente funcionales entre planes de estudio, políticas públicas y condiciones socioeconómicas que den a todos y cada uno de los que estudian el nivel superior – e incluso a aquellos que no- la oportunidad de trascender.

A la educación en México le urge una reforma claro está…una de verdad.

Gracias por leerme.

sábado, septiembre 28, 2013

Pasos para armar una revolución...de conciencias.


Profesor, no sé cuanto tiempo más estarás haciendo oír tu voz en las calles, no sé cuantos más se sumen al movimiento cuando las otras reformas (fiscal, energética, etcétera) impongan -de manera unilateral- una nueva forma de país, no sé si conseguirás tus objetivos; pero quiero decirte que la lucha debe continuar por siempre y para siempre. Cuando regreses a las aulas, quiero pedirte un favor; acabemos con este mal de raíz, acabemos con la posibilidad de que las condiciones de ignorancia y de intereses particulares sigan cubriendo a este país de tristeza, muerte, apatía, robo, tortura, intolerancia, saqueo y abuso de poder.

El poder del magisterio es inmenso, es más grande que toda la represión, es más grande que el poder económico, más grande que el poder de la televisión, es incluso más grande que los tres poderes de la República. El poder del magisterio radica en la posibilidad de sembrar en otros la idea de la libertad, la idea de la justicia, la idea de la equidad y la inclusión. En este mundo, no hay nada mas influyente que un maestro...que un buen maestro.

Te invito a seguir esta dirección en tu actuar como docente, sin importar el nivel educativo en el que impartas clases:

No. 1 Enseña a tus alumnos a leer y a analizar, a pensar lo leído. E inmediatamente después enséñalo a compartir lo que sabe, lo que piensa. Enséñalo a no callarse cuando la circunstancia obligue a hablar.

No. 2 Fórmalo crítico y propositivo. Enséñalo desde pequeño a pensar en soluciones y motívalo para que las ponga en práctica.

No. 3 Enséñalo a dudar, siempre a dudar. La radicalización de ideas está siempre basada en el dogma y eso es nefasto. La ciencia y la conciencia crecen precisamente por la capacidad de dudar.

No. 4 Enséñale a luchar por sus derechos y a cumplir sus obligaciones. Enséñale que el no cumplir con sus obligaciones tiene consecuencias pero también enséñale que, a pesar de ellas, debe desobedecer cuando hay injusticia de por medio.

No. 5 No sólo formes profesionistas o técnicos capacitados, preocúpate sobre todo por formar buenos seres humanos, con mucho sentido social, con capacidad de empatizar, de solidarizarse. Con la capacidad y el deseo de luchar por los que menos tienen, por los que no tienen voz (pero si voto), por los olvidados.

No. 6 Enséñale historia, mucha historia, para que no repita los errores que hemos cometido (ya muchas veces) como sociedad.

No. 7 Enséñale que la humildad debe ser su tarjeta de presentación con aquellos a quienes la vida ha privilegiado menos. Y que el carácter debe ser la tarjeta de presentación ante quienes ostenten el poder. Enséñalo a no humillar y a no humillarse, a ver a todos como sus iguales.

No. 8 Muéstrale un mundo aparte de la televisión, guíalo en sus aventuras, cuéntale las consecuencias que la adicción a la "caja idiota" ha provocado en nuestra generación. Cuéntale que los medios de comunicación unidireccionales como la tv manipulan la información de manera impune. Y nuevamente, hazlo dudar.

No. 9 Enséñale a no discriminar por ideas políticas, preferencia sexual, religión, raza, color, sexo, etc. Enséñalo a respetar las diferencias y sobre todo, a aprender de ellas.

No. 10 Enséñalo a colaborar, a compartir, no a competir. El sistema actual nos convierte en profundos individualistas, egoístas; capaces de todo con tal de lograr el éxito (y siempre en las escuelas enseñamos que el éxito es económico o no es éxito), el sistema nos prepara para la competencia, no para la colaboración.

Cabe aclarar profesor que para enseñar lo anterior, no hay competencia didáctica que valga si no existe el ejemplo de por medio.

Cuando regreses a tus aulas, continúa la lucha, no solo por restaurar tus derechos sino por restaurar los derechos de tod@s los mexican@s; trata de que no se repita la historia de cegarte y enmudecerte solo para que no toquen (o devuelvan) tus mal llamados "privilegios", trata de que la lucha sea igual de apasionada cuando se cometan injusticias contra cualquier otr@ en este país.

Profesor, tú tienes la oportunidad de cambiar conciencias, de despertarlas, no la desaproveches. Somos muchos, somos más.

Gracias por leerme.

sábado, agosto 03, 2013

Sé lo que quieras...


Aún no te encuentro pero sé que estas cerca, que frecuentas los mismos sueños que yo y que es probable que hayamos comprado las mismas ilusiones, las mismas esperanzas. Sé que odias muchos de mis hábitos y que odio algunos de los tuyos, que tienes ese humor simple que me gusta y que le permite a uno reírse de los chistes que ya escuchó. Sé que saboreas los encuentros en salsa de vino, que hay momentos del día en que no toleras la compañía y momentos de la noche en que no aceptas la soledad. Sé que tienes el coraje para levantarte después de una caída y que a pesar de estar en tierra tienes la capacidad de volar. Sé que tu sonrisa va a iluminarme los días, que tu cabello va a ser mi "línea de vida", mi hilo de plata, mi guarida; sé que cambiare muchos planes por ti y que ninguno va a pesarme, que no te completare, que no eres mi otra mitad, porque ya eres una persona completa, indivisible y única. Sé que gozaré de tus ausencias en las que rescataré mis espacios y silencios para disfrutar después de volverlos a perder contigo; sé que a pesar de mis celos, te haré querer a Benedetti (digo, no se puede ir por ahí en la vida sin quererlo) si es que no lo quieres ya. He llegado a tener la certeza de que no llegarás a hacerme la vida fácil sino emocionante y que alguna vez pensarás que he jodido la tuya; también sé que disfrutaré de mi reflejo en tus ojos, de tus reproches y de tu fingida indiferencia. Sé que es muy probable que odie tu comida, pero adoraré comer contigo y en ese mismo sentido sé que los domingos podré vivir sólo de besarte, de hacerte el amor y de atún enlatado. Sé que también me buscas y que también sabes muchas cosas sobre mí. Y mira, algo importante que también sé y que echa por tierra todo lo anterior...Sé que me gustará aún más la mujer que te gusta ser que la que me gustaría que fueras.

P.D. El título de este post juega con la ortografía; primero hace alusión al sentido mismo del texto sobre el saber (sé) pero también es una alusión a la independencia del ser (sé). Lo anterior es una nota meramente cultural.

domingo, junio 23, 2013

La sequía



Guillermina regresaba a su pueblo después de 3 años, cuando se fue era tan frecuente la lluvia que sus chanclas siempre chapoteaban en los charcos y los caminos empinados de la sierra. Esperaba que el perdón de los suyos ya hubiera llegado por lo que ellos consideraban pecado, ella había traicionado a su pueblo, a los 14 años, enamorada y deslumbrada por la posibilidad de la existencia de otros mundos, donde los zapatos, los médicos, los sillones de piel y las lámparas de cristal eran algo que se veía todos los días, se había hecho amiga primero y luego amante de Werner Brunner un ingeniero entrado en años llegado de Suiza para dirigir la construcción de una hidroeléctrica que aprovecharía toda la lluvia de la sierra y para la edificación –en el aire- de los sueños de la joven que vendía comida en el campamento de la constructora. A la hora de comer, el ingeniero de ojos azules la hacía pasar a su casa en el campamento, la única con las comodidades y le leía en su mal español cosas que ella apenas le entendía en las mismas condiciones, le ponía música de Wagner y Bach y le regalaba jabones que ella nunca pudo usar para no verse descubierta; su belleza salvaje, inocente, no pasó desapercibida.

Pronto Guillermina se dio cuenta que las construcciones en el aire son mala inversión, se equivocó y no conoció ni el amor eterno ni esos otros mundos de comodidades como pretendía, por el contrario cuando resultó embarazada, huyó después de que su padre y otros hombres del pueblo tomaran las instalaciones de la constructora encargada de la presa, golpearan al ingeniero y lo exhibieran humillado como una forma de decirles a los extranjeros que las mujeres del pueblo debían respetarse. Ella en silencio testificó la cobardía de Werner que lo negó todo, el amor, las promesas y las intenciones de envejecer ella y decrepitarse él en aquel lugar escondido en la sierra,  juntos. Finalmente el huyó para ese mundo donde las comodidades existen cotidianamente y donde el fracaso es solo una oportunidad para emprender algo diferente. Ella, con unos cinturonazos en la espalda y el vientre, se fue para ese mundo donde no existen ni el perdón ni la clemencia.

Quizá coincidentemente cuando ella se fue dejó de llover, la lluvia los abandonó como si fueran la peste y no la merecieran en ese pueblo sumido en la ira, el desinterés y falta de perdón. Más de treinta y seis meses, más de 1095 días, más de 3 años sin una gota de lluvia. Al inicio los pastos se marcharon, se pulverizaron, los arbustos y los árboles grandes y llenos de sombra se fueron secando y el paisaje poco a poco fue tornándose amarillo, luego café y luego el paisaje fue tan extraño que costaba trabajo a los propios lugareños reconocerlo. Las ranas que antes lo llenaban todo con sus sonidos como ritos de apareamiento ahora guardaban silencio, las cigarras también callaron; el silencio se hizo ensordecedor sobre todo cuando el sol los castigaba a medio día. Los labios de la gente empezaron a partirse y su piel se hizo poco a poco reseca y escamosa, como la de las lagartijas; los hábitos también eran los de los reptiles pero en sentido inverso, las calles del pueblo se llenaban de gente en la mañana cuando el sol empezaba a evaporar lo poco que quedaba de humedad y entonces el sereno  les recordaba el páramo de hacía apenas tres años, mojado y próspero. Después, durante el día solo se veía en la calle a alguien que debía salir por causas de fuerza mayor para luego ya tarde, todos salir a las vías polvorosas en que se había convertido las calles cobijados por las sombras, por la obscuridad que empezaba a conquistar su reino y no por la necesidad de socializar con sus vecinos sino más bien para esperar que acabaran de enfriarse las láminas de zinc que eran como comales calentando sus almas.

La presa quedó inconclusa, “Proyecto Inviable” declaró el gobierno, como muchos otros había sido solo una promesa vacía de prosperidad; con las exclusas expuestas y las compuertas precariamente acomodadas, el agua retenida en los primeros niveles pronto se fue ocupando para las actividades del pueblo de tal forma que al final solo era una humedad humeante, pestilente, un lodillo persistente al que varios pobladores iban para recordar la ciénaga en sus tiempos de esplendor; con el tiempo suficiente y los soles de mayo, esa restante y depresiva humedad terminó por convertirse en polvo, en arena. Pero aún si hubiera estado terminada no habría servido para nada porque no existía ya la lluvia y los ríos antes llenos de vida se habían convertido en caminos de piedra suelta al inicio malolientes por la mortandad de los peces.

La sequía parecía haberse instalado ahí para siempre, aun así, nadie abandonó aquella tierra estéril, nadie se fue de ese cáliz de fuego en que se había convertido un pueblo antaño productivo.

El problema real es que no solo se secó la tierra sino el espíritu, las ganas de ser y tener se cambiaron por la apatía, por la pereza y por la comodidad y la culpa ajenas. ¿Cómo no iban a ser un pueblo pobre si no había llovido en años? La culpa ya no era de los individuos sino de los dioses que se habían vengado de ellos por no haber cuidado lo que les habían otorgado. La envidia se instaló en cada casa, dispuesta a devorarlos a todos y consumirlo todo, el trabajo disminuyó, los animales domésticos perecieron por la sequía unos y otros por la necesidad que los convirtió en comida, se murieron las flores y las ganas de sembrarlas, la pintura de las casas pronto empezó a colgar como una muestra más de que estaban convirtiéndose en reptiles que cambiaban de piel por otra más fea, más básica. La muerte de doña Epifanía fue el punto de inflexión en el que algunos incluso recordaron a Guillermina y descubrieron el hecho de que las aguas se fueron justo cuando ella se fue. El pueblo se había hecho tan apático, tan indolente y todos estaban tan ensimismados que nadie se dio cuenta que la anciana llevaba veinte días muerta dentro de la casa. La falta de humedad evitó que se pudriera y cuando la encontraron era apenas un bultito momificado que tenía la piel quebradiza y ajada como la de los libros muy viejos. Avergonzados, mirándose unos a otros no pudieron reconocerse.

Nada más volver Guillermina, muchos advirtieron que también llevaba en sus brazos una hija del color de la tierra con los ojos del color del cielo…o del agua. Nadie tenía dudas de su origen, era la hija mestiza de la mala suerte y del infortunio. Ella supo de la muerte de su padre, supo que había muerto de sequía cuando un año antes su corazón se negó también a irrigar la sangre a lo largo de sus venas; le dolía mucho no haber obtenido su perdón, le dolía no haber vuelto antes pero el destierro tiene sus propias reglas, sus propias necesidades, prioridades, orgullos y sus propias ideas de justicia.

Y también muchos advirtieron que el día que ella llegó también llegaron unos apenas perceptibles aires del norte y una suave brisa que mojó a todos por primera vez en tres años. A pesar de la inicial celebración por la llegada de ese apenas perceptible rocío todos en el pueblo se quejaron porque aumentó el calor que junto con la humedad produjo un bochorno tan intenso que la gente tenía que salirse de las casas para poder respirar.

Muchos la vieron con curiosidad, relacionando la ausencia de lluvia con los ojos tan llenos de azul de la niña mestiza y empezaron a regalarle gallinas guineas recién cazadas que aún se acercaban buscando los abrevaderos que ya no existían. Quiyahuitl empezaron a decirle algunos con respeto y arrepentidos por haber golpeado a su padre, a la versión suiza de Tláloc. Si los regalos preocuparon a Guillermina, terminó por horrorizarse cuando un sábado en la mañana salió a barrer el patio de su antigua casa y descubrió veladoras y muñequitas de trapo café con los ojos mal bordados de hilo azul que estaban amarradas a papelitos de estraza con oraciones en favor de la lluvia. Las muñequitas aparecían al amanecer y ella las quitaba, lo hacía con tranquilidad, como si fuera a guardar las oraciones que terminaban siendo parte del combustible del fogón; le tranquilizaba en parte el haber recuperado la amistad de las personas del pueblo pero le asustaban los motivos; todos veían a la niña con ojos de adoración, de fanatismo e incluso con el morbo que despierta, por extraño, lo sagrado.  Y empezó a llover.

Cuando empezó a llover la gente agradecida le llevaba regalos a Guillermina y a su hija lluvia, y no era que la madre no quisiera poner un alto a esa adoración malsana, el problema era que la ofensa de devolver los regalos a la recién descubierta deidad hubiera sido peor que haberse enredado con el Ingeniero. Pero cuando las lluvias empezaron a azotar esa tierra desprovista de árboles, arbustos o pastos que mitigaran el daño del agua y cuando el polvo fino como talco se convirtió en un lodazal y el río empezó a crecer con ese rumor siniestro, la gente empezó a preocuparse, le quitaron la niña a Guillermina a golpes, la empujaron y la arrancaron de sus brazos para llevarla al templo, una mezcla de capilla católica y teocalli donde el sincretismo religioso unía a santos y dioses, a cristo y a quetzalcoatl, a la oración y al rito mágico; ahí, colocada en lo alto de un altar  se turnaban las mujeres del pueblo para hacerle regalos, para hacerla sonreír y ella alejada de la madre ponía cara de espanto y lloraba a ríos.

El pastor brujo del pueblo decidió que Guillermina no entrara al templo para no perturbar a Quiyahuitl que tenía los ojos tan mojados que parecían nubes descargándose en torrenciales aguaceros; todos estaban concentrados en la iglesia, en trance por hongos que los hacían ver a Dios y no escucharon el sonido de las piedras moviéndose impulsadas por el agua; no vieron el terror en la cara de Guillermina cuando en medio de la noche escuchó el estruendo de la presa quebrándose, tan concentrados estaban que no vieron a la diosa de la lluvia bajarse del altar y reunirse con su madre en las puertas de la iglesia, tan concentrados que nadie escuchó a Guillermina cuando trató de ponerlos a salvo, de advertirles a gritos que la presa rota pronto descargaría toda el agua contenida en los últimos días hasta borrar el pueblo del mapa.

Tuvo que alejarse corriendo con su hija en brazos, subiendo los caminos de la sierra hasta la parte más elevada, escuchando como la inmensa pared de cemento crujía como una rama seca, viendo desde lejos como el agua brillaba a la luz de los relámpagos que enfurecidos parecían latiguear a su pueblo en la sierra, mientras ella lloraba y su hija sonreía enigmática, en medio del ruido de la tormenta alcanzó a escuchar las voces que clamaban a gritos por Quiyahuitl, las voces que pedían perdón a Tláloc antes de que el ruido de las aguas las callara para siempre.

martes, abril 09, 2013

La espera...

Te esperé sentado en la penumbra, entre las sombras...y al dejar de esperarte regresó la luz.

lunes, marzo 18, 2013

Sin importar las diferencias...

En la penumbra, en la casi obscuridad interrumpida por las luces de la calle que se filtran entre las grietas de ese cuarto donde no entra el tiempo...esta ahí, la noto, noto más bien su aliento cálido en mi oreja, despertándome al ritmo de su respiración entrecortada. Ella duerme plácidamente como se duerme después de que los cuerpos encuentran el descanso de la urgencia perpetua del sexo incomprendido. Sueña, sueña con la luna, con los amantes que se encuentran y se acarician con la mirada entre silencios y sombras, sueña con los espejos que momentos antes reflejaban su figura, su sonrisa trémula, cansada, sus ganas de vivir y morir en un solo acto, sueña con lo imposible, con las aguas cálidas que surcan su cuerpo lleno de ríos y lagunas insondables, sueña con el páramo y la ciénaga en que se ha convertido su corazón, con tardes de atardeceres color violeta mientras el aire le despeina las ideas y le quita el polvo y el maldito moho a los momentos importantes de la vida. Sueña con el amor...pero yo a su lado, estoy despierto y pienso en la rapidez con la que pasa el amor una vez que ha sido resuelto.

Tomo su mano y mientras está dormida, le hablo de los mundos que no le podré construir, le hablo de la pasión eterna que con seguridad va a extinguirse, que por el momento, ya está extinguida; susurro en su oreja las frases que quiere escuchar, toco su vientre ligeramente lánguido por el paso aún insuficiente de los años, beso sus párpados cerrados, su cuello tibio, relajado, con el pulso de la carótida notándose en las sombras proyectadas sobre su piel marmórea.

Despierta mientras la observo detenidamente, sonríe tímidamente pero también me observa con descaro, su índice y su pulgar me cierran los ojos, siguen las líneas de mi rostro y se detienen en la comisura de mis labios, atrapo uno de ellos, un índice con sabor indeterminado, con un sabor a ternura, con un sabor a todas las mujeres del mundo, a todas las dudas del mundo, a todas las ganas del mundo...en ese justo momento me permito dejar de querer entenderla para permitirme entender lo que quiere en ese justo momento.

Relajo mi rostro y me permito sonreírle de vuelta, porque en este justo momento, los dos tenemos lo que deseamos sin importar las diferencias.

miércoles, enero 23, 2013

Justo ahí...

Estas ahí, cuando despierto, cuando duermo y sobre todo cuando sueño...estas ahí cuando me baño, cuando descubro en el espejo un reflejo de nostalgia, cuando leo libros viejos, cuando descubro palabras y lugares, cuando me asaltan las ganas de sentirte cerca, cuando doy a gracias a Dios porque estés lejos. Estas ahí cuando me descubro solo, cuando descubro que tu ausencia ha forjado mi carácter, cuando descubro que poco queda de lo que fui y cuanto desconozco de lo que soy ahora, cuando administro mis sueños, cuando sonrio a la adversidad, no por optimista sino por la certeza de que hay días de verdad negros. Estas ahí cuando pienso, cuando existo, cuando soy, cuando estoy; estas ahí cuando veo las estrellas, cuando veo la luna, cuando me encierro en mi mismo, cuando conozco gente y cuando encuentro algo especial en la ya conocida. Es curioso, pero estas ahí cuando aprendo algo nuevo, cuando viajo, cuando la soledad me obliga a pensar.

Eres un tatuaje indeleble en mi alma, eres una herida ya cerrada en mi pecho, una de esas que no pueden esconderse y que aún suelen doler -de forma difusa- en tiempos de frío.